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martes, 17 de junio de 2014

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI,

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI,
 JUEVES SIGUIENTE AL
 DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.

SI ESE DÍA ES FERIADO, SE CELEBRA EL DOMINGO.

Día 22 de junio DEL 2014
Domingo del Corpus Christi


Cristo Eucaristía

Un buen Cartel para el Día de Corpus


Recemos con frecuencia, en reparación de las blasfemias contra Cristo Jesús y su Santísima Madre, por parte de los desalmados, que se manifiestan contra la religión y no respetan nuestras creencias, ofendiéndonos en los más sagrado de nuestros quereres...
LAS ALABANZAS SIGUIENTES:

Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús, en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo, Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción
Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre
Bendito sea San José, su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos. 
Amén, Amén, Amén.


Día 22 de junio, 
Domingo, Solemnidad del
 Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo


Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come este pan vivirá eternamente; y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.  Los judíos se pusieron a discutir entre ellos: —¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo:—En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Igual que el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron los padres y murieron: quien come este pan vivirá eternamente. (Evangelio: Jn 6, 51-58)

*******

Nuestro Obispo, D. Luis Quinteiro Fiuza,
 Obispo de la Diócesis de Tui-Vigo

Carta Pastoral con motivo de la Fiesta del
 Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

Carta del Obispo en el Corpus 2013
(No he encontrado en la página Web del Obispado
con la fecha de este año 2014)

El que ama, comparte
Uno de los libros más hermosos y profundos que he disfrutado en mi vida ha sido uno de Hans Urs von Balthasar que en alemán lleva por título Nur die Liebe ist glauhaft. Al español se ha traducido como, Sólo el Amor es digno de fe. En él el autor trata de desarrollar los caminos por los que los hombres hemos buscado y seguimos buscando a Dios en nuestra vida y en nuestro pensamiento. El hombre se ha servido de la naturaleza y del cosmos para buscar a Dios. En los tiempos modernos, en cambio, se ha privilegiado la vía de la interioridad, de la consciencia personal, para acceder a la existencia y al ser de Dios. Ninguno de estos caminos es concluyente en sí mismo porque en realidad la fe cristiana no es el resultado puro de una búsqueda del ser humano sino la respuesta a una entrega de Dios. Uno no cree en un ser que se ha descubierto como fruto de una búsqueda personal. La fe es una respuesta a quien te ha buscado primero, desde siempre. Por eso, dice Balthasar, sólo el Amor, sólo Dios Amor, es el que hace creíble nuestra fe: “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es Amor”(1 Jn 4,8 ). El mandato del amor es el corazón del mensaje de Jesús. Pero la raíz y el fundamento último del mandamiento del amor de Jesús es que Dios mismo es Amor. Jesús es el don supremo de Dios al mundo y Jesucristo, Hijo de Dios, es el Dios Amor hecho carne.
Los cristianos somos invitados por Jesús a ser instrumentos y transmisores del amor de Dios al mundo como Él lo fue : “ Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado”( Jn 13,34). Si el amor de Jesucristo a los hombres fue hasta las últimas consecuencias, el amor de los cristianos no puede ser de otra índole. Amar para un cristiano significa dar la vida por el hermano, si ello fuera necesario, y, en cualquier caso, el que ama no puede permanecer nunca indiferente a la suerte del hermano que tiene al lado. Jesús nos dijo que al final de la vida seremos examinados de nuestras actitudes hacia los hermanos necesitados : “ Venid, benditos de mi Padre…….porque tuve hambre, y me distéis de comer; tuve sed, y me distéis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme; o apartaos de mi, malditos,…porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis; o apartaos de mi, malditos,…porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis “ ( Mt 25,34-43).
Los primeros cristianos entendieron perfectamente la centralidad del amor fraterno en la vida cristiana. El testimonio de los Hechos de los Apóstoles es contundente a este respecto. El mensaje cristiano del amor fraterno no es un testamento de Jesús en el que la Iglesia fue ahondando con el paso del tiempo y de cuyo compromiso fue tomando conciencia a medida que se iba insertando en la historia. Muy al contrario, cuando la Iglesia quiere descubrir hoy su misión en la historia tiene que volver sus ojos a la radical novedad que en el mundo antiguo supuso la fe cristiana. De esa novedad tuvo plena conciencia la Iglesia primitiva. Nunca dejará de sorprendernos la clarividencia con la que el Apóstol San Juan habla de la caridad y de su inseparable vinculación con la fe: “ Si alguno dice : Amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a  quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” ( 1 Jn 4, 20).
La Iglesia siempre ha sentido la caridad como su urgencia primera y nuestra Diócesis tiene que encontrar de nuevo en el ejercicio de la caridad la primera de sus tareas.
 En este sentido, es admirable el trabajo que viene desarrollando nuestra Caritas diocesana. Soy testigo muy directo del compromiso lúcido y abnegado de personas que a través de Caritas diocesana hacen posible que la esperanza no se apague en muchos de nuestros hogares ni en el corazón de tantas personas duramente golpeadas por la crisis que estamos sufriendo.
Dentro de unos días celebraremos la Fiesta del Corpus Christi, “Día de la Caridad”. Y Caritas Diocesana llama una vez más a nuestras puertas para decirnos que si de verdad amamos a nuestros hermanos, tenemos que compartir. En los momentos difíciles sólo hay una salida: repartir.
Luís Quinteiro
Obispo Tui-Vigo



El Alimento para esa vida eterna
MEDITACIÓN
Considerábamos hace poco que Dios nos creó para una vida de relación íntima con las tres personas divinas. Esta vocación es lo verdaderamente propio del hombre, lo que tienen los hombres de peculiar y los caracteriza y eleva sobre el resto de la creación de este mundo.

 Conducidos maternalmente por la Iglesia, al paso de las sucesivas celebraciones litúrgicas, vamos reflexionando sobre esta vida, que es sobrenatural, puesto que no está al alcance de nuestras fuerzas naturales. Sentimos insatisfacción por mucho que logremos de este mundo –nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti, diría Agustín de Hipona–, pero no vemos cómo lograr esa paz del espíritu, ese descanso en Dios que necesariamente anhelamos.

        Como ya recordábamos, san Juan comienza su Evangelio advirtiendo a sus lectores que el Verbo Eterno se hizo hombre y que los hombres que le acogen son hechos hijos de Dios. Esta filiación divina requiere, según explicó el Señor a Nicodemo, un nuevo nacimiento, no a la vida humana sino del Espíritu. El ideal de esta vida en Dios es de hecho, no pocas veces, contrario a un ideal solamente humano. Gran parte de la enseñanza de Jesucristo se centra precismente en establecer la diferencia entre bienaventurados; es decir, los que logran la vida eterna con Dios o bienaventuranza, y los que son felices sólo según este mundo.

      Después de haber predicado el Reino de Dios al que somos llamados los hombres, que no es de este mundo, Jesucristo, como primogénito de los hijos de Dios, muere en redención por los pecados de los hombres. Y al resucitar al tercer día como había anunciado, nos precede como hombre en la vida gloriosa e inmortal para la que Dios nos pensó. Una vida que actúa movida por el Espíritu Santo, según hemos considerado a menudo, y que es una permanente relación de cada uno con las Personas divinas de la Trinidad.

     Hoy deseamos recordarlo de modo expreso, no vayamos a acostumbrarnos a tan excelsa verdad. Y agradecemos la Eucaristía que Jesús prometió, como nos recuerda la liturgia de este día. Dios nos ama ofreciéndonos el alimento que mantiene y desarrolla la vida sobrenatural para la que nos ha elegido. Así se expresó el Señor ante cuantos le escuchaban cierto día en la sinagoga de Cafarnaún. Sólo con ese Alimento de su cuerpo sería posible vivir plenamente de acuerdo con nuestra dignidad:
Si alguno come de este pan vivirá eternamente. Ese Pan, afirma, es mi carne para la vida del mundo.

        ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?, se preguntaban extrañados los judíos. Pero Jesús, sin entrar en explicaciones, no sólo reafirma lo que habían escuchado, sino que asegura que alimentarnos de su Cuerpo y Sangre es la única opción adecuada a nuestra condición: En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros.

 Sin la Eucaristía, aunque parezca que llevamos una existencia saludable y hasta muy dichosa en ocasiones, no sería, sin embargo, nuestra vida realmente plena, aquella para la que nos hizo Dios capaces, y a la que nos invita Cristo con su venida al mundo. Éste en su Evangelio, la noticia definitiva que nos debía trasmitir y por la que se hizo hombre: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así, aquel que me come vivirá por mí.

  Las palabras de Jesús no admiten otra interpretación: alimentándonos de Él llevamos una vida divina. Una vida que se asemeja más a la del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que a la de las otras criaturas que vemos junto a nosotros en este mundo. Sin hacernos dioses, lo cual sería contradictorio, Dios nos ofrece su misma vida, y por eso somos relevantes para Él. Se comprende así la alegría de María, que se siente la más dichosa de las criaturas, pues el Creador puso los ojos en Ella. Queramos considerar y valorar adecuadamente el hecho de que merecemos la atención de Dios a toda hora. ¿Procuramos ser agradecidos, conscientes de que Dios está sienpre con nosotros, y más aún que a nuestro lado?:
en El vivimos, nos movemos y existimos, afirma san Pablo.

  En la solemnidad del Corpus Christi celebramos además su presencia en el sacramento de la Eucaristía. Oculto en nuestros sagrarios se reserva como alimento de nuestra vida sobrenatural, como verdadera energía espiritual para el alma. Por ella –sin ella no– alcanzamos la vida abundante que Cristo nos ha ganado. Como niños que deben desarrollarse, deseamos alimentarnos con hambre de ese manjar celestial que nos diviniza y fortalece. Y con esa sencillez, que es propia de los pequeños, insistimos sin miedo:

 "Yo quisiera Señor recibiro con aquella pureza, humildad y devoción, con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos."
De  D. Luis de Moya.



PROCESIONES Y CUSTODIAS
Custodia de Arfe de Toledo, 
la más hermosa del mundo.


Otra imagen de la Custodia
en su vitrina del Museo

Custodia de nuestros pueblos, 
fruto del  gran amor de los fieles


Custodia de Arfe, dispuesta 
para salir en Procesión.


Una procesión, como la de nuestros pueblos 

Procesión adornada con los niños de Primera Comunión.

Toledo



La Banda de música, que no debe faltar en la Procesión del Corpus Christi de todos los pueblos.

"Cantemos al amor de los amores"

Blog Católico de Javier Olivares-Baiona



El canto más tradicional en nuestras procesiones
 y adoraciones del Santísimo Sacramento,
el más tradicional de nuestros cantos eucarísticos, 
que no debe olvidarse nunca.


Espero que os haya gustado.
Franja.

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