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jueves, 25 de diciembre de 2014

NAVIDAD EN BELÉN

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona


 Nacimiento. De Bartolomé Esteban Murillo

NAVIDAD EN BELÉN

Acercarse a Belén ,
es acercarse al mundo de los  sueños más hermosos.
Porque Belén no es una  ciudad de nuestro mundo,
sino un rincón del corazón  humano.

En Belén hemos nacido todos,
en Belén se apacienta  nuestra infancia.
Aquí giró la historia.
Aquí nació la vida.
Hasta Belén, ser hombre
era nacer para vivir rodando
por la cuesta del tiempo.
Desde Belén , ser hombre
es aprender la enorme
aventura de escalar las  alturas.

Aquí, ser hombre se  convirtió en ser Hijo de Dios.
Aquí, el Dios de los cielos
inició la locura de volverse  pequeño.
Por eso las campanas de  Belén están locas,
replican y replican para  explicarle al mundo
la alegría del cielo,
para que todos sepan que el  hombre está a salvado
ahora que Dios se ha hecho  hombre como nosotros.

Mirar, mirar las casas de  Belén, apiñadas,
apretadas las unas a las  otras,
lo mismo que un rebaño  aterido,
como un coro de monjas  asustadas.
Mirar su letanía de agudos  campanarios
que señalan al cielo con sus  dedos alzados
para decir a todos: Por aquí  vino Dios.
Contemplar el mercado, sus  hombres y mujeres,
sus pobres baratijas, sus  comidas caseras.

El Dios de las alturas nunca  fue un exquisito,
ni una ciudad fría de  gélidos burócratas,
sino en pobreza de los  pobres más pobres ,
en calles malolientes donde  el hombre agita,
en un triste pueblo  despreciado de todos.
No busquemos en Belén  hermosas catedrales,
iglesias esplendentes,  basílicas radiantes,
la flecha luminosa de las  agujas góticas,
las vidrieras de fuego donde  ardió el Medioevo.

Todo en Belén es pobre
como el Dios que lo habita.
Y ahora...,pasar conmigo por  la pequeña puerta
que conduce a la gruta.
Una puerta que tiene la  estatura de un niño
y en la que hay que  agacharse para poder entrar.
Porque para llegar hasta el  Dios de los cielos
sólo hay dos caminos:
la puerta de la infancia
y la humildad.
Para ver a Jesús, es  necesario
doblar el espinazo del  orgullo,
agachar la cabeza de  nuestras importancias,
hacerse niños como Él se  hizo.

Y ahora...,arrodillémonos:  Aquí ocurrió el prodigio,
aquí una virgen-Madre  iluminó la tierra,
aquí por primera vez se oyó  el llanto de Dios,
aquí la sangre humana se vio  multiplicada,
aquí un diminuto corazón de  chiquillo
fue, por primera vez, el  corazón de Dios.
Aquí, entre estas paredes de  humedad y de piedra,
entre dos animales asustados  y atónitos,
nació aquel cuerpo y sangre
que el hombre comería por  los siglos de los siglos.

Alejar nuestros ojos de los  falsos adornos
que camuflan la gruta,
no contemplemos ;
las lámparas ni las raídas  de sedas
que quieren ocultar
el oro santo de la  sencillez.
Cerrar más bien los ojos y  asombrémonos.
Dejar que sea el corazón  quien mire.

Y , después , alegrémonos  igual que los pastores
que en esta misma gruta  escucharon su anuncio:
gloria a Dios en el cielo.
paz a los hombres de buena  voluntad.

Levantar nuestras manos para  dar también gloria
y dejad que la paz penetre  en nuestra alma
como la gran nevada de la  misericordia.
Dejar que, dos mil años  después,
el Niño vuelva a nacer en  nosotros,
convertir nuestras almas en  el portal viviente.
Y sea nuestra casa como un  nuevo Belén.

Navidad se escribe con N de  niño nacido
Navidad se escribe con A de  amor inmenso
Navidad se escribe con V de  vida plena
Navidad se escribe con I de  ilusión cumplida
Navidad se escribe con D de  don gratuito
Navidad se escribe con A de  alegría auténtica
Navidad se escribe con D de  Dios.

P.  Javier Leoz, de la Diócesis de Pamplona

Sirve para meditar. Franja.

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