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martes, 26 de enero de 2016

Dolores y Gozos de San José-1

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona

PRIMER DOMINGO DE SAN JOSÉ



Libro:

 Dolores y Gozos de San José

Primer dolor y gozo

Jesús Martínez García
Ed. Rialp. Madrid, 2000

Primer dolor y gozo

Castísimo Esposo de María, glorioso san José. Así como fue terrible el dolor y la angustia de tu corazón cuando creíste que debías separarte de tu Inmaculada Esposa, experimentaste después un vivo gozo cuando el Ángel te reveló el misterio de la Encarnación.

Por este dolor y gozo, te suplicamos te dignes consolar nuestras almas ahora y en nuestros últimos momentos; alcánzanos la gracia de llevar una vida santa y tener una muerte semejante a la tuya, en compañía de Jesús y de María.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)



Primer dolor

Estando desposada su madre María con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo (Mt 1,18)

José se sabía verdaderamente afortunado por haber encontrado a María, una mujer que pensaba como él y tenía a Dios como valor más importante de su vida. Reconoce y agradece los designios de la Providencia divina.

En medio de su deseo por agradar a Dios y amar a su esposa observa con sorpresa que María espera un niño. ¿Qué significa aquello? María era una mujer muy especial y en ese momento sospecha que algo grande ha debido suceder; un misterio divino como tantos otros que recoge la Biblia.

José piensa que tiene que desaparecer de la escena y dejar que Dios haga como desee. Pero sufre, sufre muchísimo porque eso supone dejar a quien más quiere en el mundo.

En ocasiones no se entiende lo que sucede. ¿Qué hacer entonces? Mirar a Dios y esperar. Dios es fiel; quien se apoya en él no quedará defraudado.


Primer gozo

El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús (Mt 1, 20-21).

Cuando se consideran las cosas en la presencia de Dios se pueden ver como Dios las ve. A José se le hace entender que María ha concebido virginalmente y no sólo no debe abandonarla, sino que, siendo su esposo, el Salvador nacerá en el seno de una familia, de la cual él será el padre, pues debe poner el nombre al Niño.

Gozo inmenso al conocer su misión: cuidar al Mesías prometido. Se le pide -¡nada menos!- no separarse de Jesús ni de María. El dolor ha dado paso a la alegría desbordante y se va corriendo a contar a su esposa lo que acaba de descubrir: su vocación.

Antes José se sentía afortunado, pero al comprender los planes divinos siente una alegría mayor. José mira con inmenso cariño a María y agradece a Dios haberle escogido a él para contemplar y participar en tales sucesos divinos.

REFLEXIÓN:
¿Comprendo que Dios tiene unos planes para mí y que yo debo conocerlos?
¿Entiendo que Dios llama a todos a la santidad, que toda vida es respuesta y que toda mi vida debe ser una respuesta afirmativa a Dios?
¿Me doy cuenta de que la vocación nunca puede suponer un fastidio porque es lo que da sentido sobrenatural y eterno a nuestro paso por la tierra?
¿Sé que todos los santos han tenido que pasar por la oscuridad, la prueba, la renuncia a los planes personales, pero que, precisamente por su abandono total en Dios, Él les ha dado la luz, la alegría y la paz que el mundo no puede dar?
¿Hay algo más grande en el mundo que servir a Dios? ¿Rezo por las vocaciones sacerdotales? ¿Qué me pide Dios a mí ahora?

PROPÓSITO:
Pedir estos días por las vocaciones, especialmente por la mía propia.

ORACIÓN:
San José, patrono de las vocaciones en la Iglesia, ayúdame a descubrir lo que Dios espera de mí, a ser fiel todos los días de mi vida hasta la muerte, especialmente en las pequeñas llamadas que Dios me hace a lo largo del día, y a entender la importancia de servir con generosidad a los planes de Dios. Así sea.

Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía.

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